La crisis del COVID-19 comienza a generar reflexiones significativas para el futuro de la humanidad en muchos países que conforman la Unión
Europea. No sabemos a ciencia cierta si sus reflexiones y repentino interés por el Pacto Verde Europeo sean el producto de un sincero ejercicio ético y un cambio de conciencia dirigido hacia un mayor grado de respeto por el ambiente o a otras implicaciones económicas que pudieran traer consigo el uso de energías renovables y la reducción de los desperdicios energéticos para disminuir la dependencia de los hidrocarburos y ahorrar recursos en la fase de recuperación económica que buscarían estos países, una vez que se supere la pandemia del COVID-19
El portal Europapress informa que Alemania, Francia y Grecia se han sumado a la petición hecha el día de ayer a la Comisión Europea por España, Austria, Dinamarca, Finlandia, Italia, Letonia, Luxemburgo, Holanda, Portugal y Suecia para adelantar algunos elementos del Pacto Verde Europeo.
El Pacto Verde Europeo “busca hacer a Europa el primer continente climáticamente neutro en 2050, impulsando la economía y mejorando la salud y la calidad de vida de los ciudadanos, protegiendo a la naturaleza y no dejando a nadie atrás”.
Esto podría trazar los estandartes ideológicos de estos países europeos, a partir de los cuales tratarán de adquirir más autonomía política y económica al respecto de Estados Unidos, energética de Rusia y a la vez distanciarse de la hegemonía China. Esto después de la pandemia del COVID-19.
Por su puesto que nada es color de rosa en este mundo y la precaria situación económica de la Unión Europea, así como el egoísmo de un neoliberalismo fallido en tiempos de crisis humanitaria mundial y los resentimientos que ha generado entre algunos de los miembros de la Unión Europea, implicarán obstáculos peligrosos para la implementación de estas políticas.
Además, la presión de una potencia en declive (Estados Unidos) y el afianzamiento de China como primera potencia mundial, a partir de la gestión de la crisis humanitaria, así como el papel de Rusia en el tablero del ajedrez mundial serán agentes que también influirán en la determinación de la visión hacia futuro de Europa.
Lo importante, rescatando lo bueno, es que, a partir de este acuerdo, por lo menos en el papel, Europa vuelve a la sensatez, aunque para hacerlo tenga que manifestar el apoyo a políticas que van en contra del neoliberalismo.
Aparte, esta racionalidad europea no deja de ser racista y colonial, porque si bien en este momento Europa anuncia el adelanto de algunos puntos del Plan Verde Europeo, también ejecuta más sanciones contra Siria, en medio de la pandemia del COVID-19.
Al respecto de este llamado a adelantar algunos aspectos del Pacto Verde Europeo, queda claro en algunos párrafos que el objetivo primordial continúa siendo el económico por encima del ético y el político, en función del compromiso europeo con el medio ambiente, ya que en la carta que se publicó el día de ayer se lee: "Necesitamos ampliar las inversiones, especialmente en los campos de la movilidad sostenible, las energías renovables, la rehabilitación de edificios, la investigación e innovación, la recuperación de la biodiversidad y la economía circular”
Además, podría pensarse que las élites europeas han aprendido de los desastres causados por el COVID-19 y de la incapacidad del neoliberalismo de sostenerse, así como del mercado de regularse a sí mismo, en medio de periodos catastróficos mundiales y desde ya comienza a prepararse para el siguiente desafío, que tendrá consecuencias igual o peores que las del COVID-19: el colapso climático.