Contexto de la tercera guerra mundial
Hemos venido denunciando desde que este diario se fundó, a inicios de abril del año en curso, como el COVID-19 ha sido empleado como un arma multidimensional de guerra por parte de Estados Unidos.
Antes del COVID-19, en el plano económico Estados Unidos había sido superado contundentemente por China, a lo largo de la primera década del siglo XXI y en la segunda década, Rusia. y más recientemente Irán, le pusieron un freno significativo a las pretensiones estadounidenses de monopolizar el poder militar del mundo. Además, a lo largo del 2018, Estados Unidos le declaró una guerra arancelaria a China, la cual estaba perdiendo ampliamente y tuvo que pedir un tregua, en el mes de diciembre. En 2019, Estados Unidos reanudó sus ataques en una fase tecnológica de la guerra, con sus ataques dirigidos a Huawei y otras empresas chinas, a las cuales acusó de espionaje y trató de excluir de los mercados de influencia occidental, ante el triunfo chino con la tecnología 5G. La fase de la guerra tecnológica también la estaba perdiendo y en enero trató de dar un golpe militar contundente, al asesinar al comandante en jefe de las Fuerzas Especiales Quds de Irán, el general Qasem Soleimani, pero no previó la respuesta inmediata y mediata de Irán, la cual puso en duda la pretendida infalibilidad estadounidense, en términos militares.
Es en medio de ese contexto que apareció el COVID-19. Esta pandemia representaba un golpe letal para la economía estadounidense, cuya deuda externa e inflación la convertían ya de por sí en una burbuja económica a punto de explotar y Donald Trump, presidente de Estados Unidos, antepuso la salud de los negocios de los grandes empresarios estadounidenses a la vida del pueblo del país norteamericano. Esto constituye una de las dimensiones del empleo del COVID-19 como arma de guerra, en este caso, dirigida en contra de las poblaciones, tal y como está ocurriendo, aplicando la terapia del shock, en otros países de influencia estadounidense, como Costa Rica, para empobrecer a las poblaciones, acabar con los derechos laborales y privatizar todo lo que pertenezca al estado social de derecho.
Otra dimensión del empleo del COVID-19 como arma de guerra fue la agudización de bloqueos y sanciones económicas en contra de países que representaran peligros para los intereses económicos de las élites financieras, industriales y comerciales de Estados Unidos en el mundo. Irán, Cuba, Siria, Venezuela, Yemen, entre otros países, comenzaron a recibir restricciones más rígidas en relación con la importación de medicamentos y alimentos, el acceso a financiamiento y la exportación. China, en un primer momento, y posteriormente Irán, han aplicado la estrategia de pasar por encima de las sanciones impuestas arbitrariamente por Estados Unidos y esto ha generado una lucha de fuerzas, en la cual Estados Unidos ha quedado muy mal parado en el ámbito mundial.
En una tercera dimensión, mientras Estados Unidos promovió las sanciones y los bloqueos, China asumió un papel más preponderante en el plano político de la relaciones internacionales mundiales, enviando ayuda humanitaria a países de todos los continentes y, como ya se mencionó, pasando por encima de las mezquinas sanciones de la Casa Blanca. Por eso, el COVID-19 fue empleado para promover un sentimiento anti-chino, una serie de prejuicios en contra de la población y el sistema político de ese país y esto lo han sentido directamente las personas migrantes. “El virus chino” se hizo desayuno, almuerzo y cena en los noticieros occidentales y la Casa Blanca empleó distintos discursos como que China era la culpable del virus, porque no le había avisado al mundo a tiempo de su peligrosidad, e incluso ideó una teoría de la conspiración que no fue capaz de sostener, por la ausencia de pruebas científicas, de que China había creado el virus en un laboratorio.
Muy ligada a la anterior dimensión del empleo del COVID-19 como arma de guerra, Estados Unidos comenzó a exigir y a promover en Europa, la imposición de sanciones a China. Sanciones que muy casualmente se corresponden con una cifra aproximada a la cantidad que Estados Unidos le debe a China y que no le puede pagar, viéndose sometido al gigante asiático, de un modo análogo a como, a través de instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), Estados Unidos somete a otros países de Nuestra América y el mundo, como por ejemplo, Costa Rica. En síntesis, Estados Unidos no lquiere pagar lo que le debe a China y para eso ha sacado todo su falo militar en las costas del mar del Sur de China y en Polonia, apuntando a China y a Rusia, respectivamente.
La vacuna rusa
En medio de todo esto, se ha desatado una carrera internacional por la creación de una vacuna contra el COVID-19. El país y la compañía que lograra arribar primero a la cura, iba a dar un golpe de autoridad médica y científica y Donald Trump se jugó todas sus cartas, incluso pasando por encima de los intereses de sus aliados: negociando con empresas alemanas y francesas para que los resultados de sus investigaciones le pertenecieran a Estados Unidos. Otros países también han hecho sus movimientos, entre ellos Gran Bretaña, Rusia y China.
Hasta hace pocas horas, se pensaba que la vacuna china era la más adelantada. Para el mundo es importante que la vacuna no sea creada en países bajo la influencia de Estados Unidos, porque la misma, además de ser un lucrativo negocio, se va a convertir en una nueva dimensión del empleo del COVID-19 como un arma de guerra, dirigida en contra de muchos pueblos del planeta. Contrariamente, China, que desde 2013 viene apelando a que debemos prepararnos para una situación como la que estamos viviendo, ha mostrado una actitud de solidaridad totalmente distinta, durante los primeros 7 meses del 2020.
Sin embargo, no ha sido China ni Estados Unidos quienes han ganado esta carrera, que podría compararse con la carrera espacial, durante la guerra fría de la segunda mitad del siglo XX, para ver cuál país llegaba primero a la luna.
El día de hoy, martes 11 de agosto, Rusia realizó en registro estatal de la primera vacuna contra el COVID-19, en el mundo. Esta vacuna se llama Sputnik V y fue desarrollada por el centro ruso Gamaleya, el cual ya había creado vacunas exitosas contra el ébola y el síndrome respiratorio del Oriente Medio (MERS). El Ministerio de Salud de Rusia ha garantizado que esta vacuna de doble inyección genera inmunidad por dos años. Vladimir Putin, presidente de Rusia, ha afirmado que una de sus hijas fue vacunada y solo tuvo 24 horas de fiebre, como efecto colateral. Esta vacuna comenzará a circular el 1 de enero de 2021, según el registro del medicamento.
Críticas a la vacuna rusa
La prensa occidental, al servicio de las grandes élites económicas de Estados Unidos y Europa, han afilado sus plumas en contra de la vacuna rusa. Esto porque el éxito del centro Gamaleya implica un duro golpe a las pretensiones de lucro de la comunidad microbiológica mundial y las compañías occidentales que se frotaban las manos pensando en los réditos que obtendrían, si descubrían primero la vacuna.
Entre las críticas ha surgido teorías de la conspiración de acuerdo con las cuales Rusia ha robado la tecnología para generar la vacuna y cuentos de miedo de acuerdo con los cuales existe un gran peligro en el posible contagio durante la formación de la inmunidad a la vacuna. Esto último, a pesar de que las personas virólogas rechazan contundentemente estas historias de ficción.
Estas campañas son financiadas por los fabricantes de otras vacunas que han quedado rezagados y de los fabricantes de antivirales que han hecho una fortuna con la pandemia.
Finalmente, esto representa un golpe más de autoridad a la decadencia de Estados Unidos quien no es la primera potencia económica mundial, la única potencia militar, ha sido desplazada como potencia diplomática y política y ahora científica y médica.
Esperemos que las trabas políticas de compromisos ideológicos y materiales con Estados Unidos no impidan que la vacuna rusa dure mucho tiempo en llegar a países de partes del mundo, influenciadas por el decadente pensamiento occidental.
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Modo de citado:
Paniagua Vega, E. (11 de agosto, 2020). La vacuna rusa en el contexto de la tercera guerra mundial. Sección de Internacionales. Más allá de la Cortina. Heredia, Costa Rica: Cátedra Autónoma de Filosofía Política.