“Y si ahora gritamos y cantamos en modo de protesta, es porque preguntamos bien y nadie nos dio una respuesta” WOS
El 2019 era mi último año en la carrera de docente de Estudios Sociales. Estaba realizando mi práctica profesional en el Liceo Bilingüe de Palmares. Era la última semana de dicha práctica. Al movilizarme al colegio, observé algo que nunca había visto en mi vida: mientras iba en el bus, muchísimos estudiantes colegiales estaban bloqueando las calles, ellos decidían cual vehículo pasaba; habían tomado el puente que conforma la ruta principal hacia San Ramón. Incluso, al llegar al colegio, todos estaban fuera de las aulas o queriendo salir de las instalaciones. Unos ya estaban afuera, otros no podían salir debido a los portones cerrados, mientras que otros se subían en los techos y se escapaban por ahí. Era algo impactante, digno de todo un movimiento estudiantil.
El 2019 fue un año convulso para la cúpula de gobierno, la cual se encontraba debilitada a causa de diferentes renuncias, entre ellas la de Edgar Mora, el entonces ministro de Educación. Ahora es necesario hablar y dejar registrado en la memoria el proceso que condujo a su salida.
Para abordar este proceso hay que tener en cuenta que la historia tradicional tergiversa los movimientos sociales, visibilizando únicamente a los grandes personajes y haciendo culto de figuras políticas y otras dentro de las esferas elitistas. Es en este punto donde se deben hacer abordajes pertinentes “desde abajo”, teniendo en cuenta las realidades de las clases subalternas. Y es que el movimiento estudiantil de secundaria del 2019 amerita de abordajes de este tipo, capaces de mostrar la realidad de un grupo que ha sido olvidado o malinterpretado desde una visión adultocéntrica.
Las llamadas huelgas o protestas de estudiantes del 2019 fueron parte de un movimiento que reaccionó en contra de algunas medidas tomadas por el Ministerio de Educación Pública (MEP) como los baños neutros, la compra de drones, las pruebas de Fortalecimiento de Aprendizajes para la Renovación de Oportunidades (FARO) y el proyecto de Educación Dual.
Para algunos sectores, luchar en contra de esto no era algo legítimo y desde una posición adultocéntrica, trataban de censurar el movimiento. En contraste, una de las exigencias que pedían los estudiantes era la renuncia del ministro de Educación, Edgar Mora y estaban convencidos de que sus demandas eran legítimas y a partir de ellas ejercieron su derecho político.
Las reacciones en contra del movimiento no se hicieron esperar y en ellas jugaron un papel fundamental los medios de comunicación masiva. Estos se posicionaron como uno de los principales enemigos de los estudiantes manifestantes y ofrecieron una visión sesgada y alineada a los intereses del gobierno. Presentaron a los actos políticos como hechos delictivos e indicaron en más de una ocasión que los estudiantes estaban siendo influenciados negativamente por Albino Vargas, secretario general del ANEP, quien supuestamente se estaba aprovechando de todo esto para mejorar el decaímiento de su imagen social.
El 27 de junio de 2019, las manifestaciones tomaron más fuerza, luego de que oficiales de la Fuerza Pública agredieran a estudiantes del Liceo Cuatro Bocas de Upala. Estos estudiantes se habían estado manifestado días antes, siguiendo el ejemplo de estudiantes del Liceo de Colonia de Puntarenas de Upala, quienes fueron los primeros en manifestarse el 24 de junio, sin recibir ningún tipo de cobertura mediática.
Josmar Amador, uno de los estudiantes del Liceo de Colonia de Puntarenas en Upala y a la vez, uno de los líderes del movimiento, se refiere a la organización del movimiento de la cual se ha hablado poco, en una entrevista en la cual expresa que toda la idea del movimiento surgió entre conversaciones amistosas, donde comentaban que no estaban de acuerdo con las medidas del MEP. De ahí se dio paso a la apertura de un grupo de WhatsApp, donde coordinaron la confección de carteles, la obtención de candados y cadenas, así como la alimentaciónn e hidratación durante la manifestación.
Es evidente que el uso de estas tecnologías de información logra una rápida difusión entre las personas jóvenes y el mensaje se extendió rápidamente por toda la región. En días posteriores a que este colegio se manifestara, se sumaron a la causa otros estudiantes de distintas instituciones como los del Colegio Técnico Profesional de Guatuso, el Liceo de Bijagua, Liceo las Delicias, Liceo de San José y los estudiantes del Liceo Cuatro Bocas, quienes fueron víctimas de la agresión.
Los discursos adultocéntricos pupularon en las voces de gobierno y de la prensa, afirmando que los estudiantes no estaban bien informados sobre cada uno de estos proyectos e incluso se cuestionó su capacidad de autonomía al afirmar que estaban influenciados por matices conservadores de sus padres y de grupos no progresistas; también se sostuvo que fueron puestos de carne de cañón en la lucha que sostenían los docentes contra el MEP y fueron tachados de homofóbicos por no querer los baños neutros.
Sin embargo, las demandas estudiantiles iban más allá de eso. Los colegios donde inició el movimiento se encuentran en cantones con un bajo índice de Desarrollo humano (Upala y Guatuso), lo que indica que la pobreza es una condición generalizada en esta región, por lo que esa visión vallecentrista de invertir en infraestructura para baños neutros o drones de miles de dólares no calzaba con la realidad de sus instituciones, abandonadas por el estado ni de su vida cotidiana, en la cual afrontan otros problemas más concretos e inmediatos para poder estudiar y salir adelante.
El movimiento comenzó como un proceso regional, pero se extendió a nivel nacional debido a un sentimiento de solidaridad y empatía por parte de los estudiantes del resto del país, con respecto a la situación de agresión por parte de la Fuerza Pública a los estudiantes del Liceo de Cuatro Bocas.
A estos estudiantes, los rociaron con gas pimienta, siendo estos menores de edad y a la vez tratados como criminales, cuando simplemente deseaban ser escuchados y tomados en cuenta por un sistema que se ha olvidado de estas regiones con demandas políticas profundas y sensibles. Estos estudiantes son un ejemplo más de grupos que han sido silenciados por años, pero que alzaron una vez más su voz.
Como resultado de la huelga de estudiantes, el 1 de julio de 2019, Edgar Mora dimitió como ministro de Educación, lo que constituyó un triunfo simbólico, un triunfo de un movimiento estudiantil de secundaria en Costa Rica, demostrando que son un sector que se puede organizar y ejercer presión popular y exigir respuestas de las élites de gobierno y del estado.
Este artículo fue elaborado a partir de los resultados de un trabajo de investigación realizado por Ivania Rojas y Luis Daniel Rodríguez en el curso de Métodos de Investigación Histórica, en la Universidad de Costa Rica, Sede de Occidente.
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Modo de citado:
Rodríguez, L. (09 de setiembre, 2020). Manifestación de estudiantes de secundaria en contra de Edgar Mora en 2019: causas, ejemplos y consecuencias. Memoria Histórica. Más allá de la Cortina. Heredia, Costa Rica: Cátedra Autónoma de Filosofía Política.