Hemos venido recalcando en el peligro que yace de fondo en la manipulación del lenguaje político que se está realizando, en medio de la actual crisis civil social costarricense.
En el contexto de Nuestra América, los significantes políticos han sido vaciados de todos sus significados, el fracaso de todas las ideologías ha dado paso a un infarto de los sistemas teóricos y las palabras han sido empleadas por una nueva demagogia, de corte conductista, la cual se alimenta de la ignorancia política de la gente, así como de su necesidad de confeccionar la identidad de algo que sea culpable de todos los efectos de la violencia estructural en su persona y la de sus familiares y seres queridos.
Hemos escuchado recientemente que el gobierno del PAC es socialista o comunista y hemos lanzado campañas serias como la que se tituló “El PAC no es comunista”, a través de las cuales tratamos de describir porqué el PAC no lo es y esto le causó una furia tremenda a muchos trolles digitales y a los especialistas de los laboratorios de conductismo político, que sientan sus dominios en espacios físicos y virtuales de Miami.
Ahora queremos abordar la temática desde otra perspectiva. Sin afán de defender al comunismo, es necesario aclarar que el gobierno de Costa Rica es un gobierno autoritario, pero el autoritarismo no es sinónimo de comunismo, ya que se ha dado tanto en los gobiernos de izquierda como de derecha y si no fuera así, dictadores como Augusto Pinochet en Chile o Videla en Argentina sería comunistas.
El problema que yace de fondo en esta confusión terminológica, a partir de la cual se le dice “comunismo” al “autoritarismo” es que nos obliga a condenar una sola cara del autoritarismo y nos deja a las expensas de otro autoritarismo peor y que babea por apoderarse del gobierno de Costa Rica: un autoritarismo disfrazado bajo una falsa idea de libertad.
De acuerdo con estas ideas, la creación de un estado socialista lo estructuran hasta en 8 niveles. Vamos a desmontar tres de estos niveles, esperando que mucha gente pueda comenzar a sospechar de estos discursos y al mismo tiempo busque establecer diferencias conceptuales e ideológicas que le sean valiosas para formar criterios políticos propios:
Según algunas publicaciones de estos grupos, un primer nivel es el control de la atención médica, ya que a través de esto, se controla también a las personas. Aquí es donde debemos comenzar a sospechar. ¿A qué se refiere el control de la atención médica? En el fondo, este argumento no es nuevo y no deriva de las condiciones actuales en las cuales el gobierno de Carlos Alvarado utilizó la pandemia del COVID-19 por varios meses para debilitar los movimientos sociales.
Este argumento lo que plantea es que es “socialismo” la existencia de una institución como la CCSS, ya que la salud debe ser un negocio privado para que garantice la libertad de los ricos, ya que cuando el Estado interviene en la economía para garantizarle acceso a la salud a todas o la mayoría de las personas, interfiere en los deseos y las posibilidades, obstruye la libertad, de los individuos ricos de lucrar a costas de la salud de todas las personas. O sea, buscan la lógica de que se cure el que pueda pagar y ven eso como la libertad.
Además, el control de la salud puede ser un instrumento empleado por un régimen autoritario, no solo comunista, sino también fascista o una dictadura de seguridad nacional. Ejemplos de esto los encontramos en la Alemania nazi y en los campos de concentración en Chile, pero no vamos a detallar, para dar paso al siguiente aspecto que tratamos de desmontar.
El segundo aspecto que consideran estos grupos como característico de un socialismo, es aumentar la pobreza lo máximo posible, porque las personas pobres son más fáciles de controlar. En este sentido, es necesario recordar que el mismo Estados Unidos es uno de los países con mayor desigualdad social y con pobreza extrema. Otro ejemplo sería el régimen histórico de dictadura gubernamental de Honduras que tiene sumida en la pobreza a la población del país centroamericano. En ninguno de estos dos casos posemos identificar estados que se conduzcan hacia el socialismo o que sean comunistas. El primero es un país donde se privilegia la riqueza y la capacidad de generar riqueza de determinadas élites y el segundo, uno donde la corrupción y el descaro político hacen que las personas vivan en la miseria.
El tercer aspecto que argumentan es que estos países buscan aumentar la deuda, para aumentar los impuestos y de paso, aumentar la pobreza. Detengámonos un poco en esta cuestión. ¿Cuáles países son los que recurren a préstamos con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional? En su gran mayoría, los que le apuestan al libre mercado, los que buscan privatizar sus instituciones públicas y hacer que el estado no intervenga en la economía. No son los países llamados socialistas los que más se endeudan con estas instituciones. A modo de ejemplo, Venezuela solicitó un préstamo hace pocos meses al FMI y le fue denegado porque Estados Unidos presionó a esa entidad para que no se lo facilitara. La Bolivia de Evo Morales, país en ese entonces socialista, había pagado la deuda externa del país con el Banco Mundial y estaba generando empresas nacionales, incluso para fabricar autos bolivianos con baterías de litio. Esto asusta a los que quieren que toda la riqueza esté en manos de unos cuantos, los que buscan endeudar a los estados para que estos quiebren y que tengan que privatizar instituciones como la Fábrica Nacional de Licores (FANAL) y los bancos estatales; los que menosprecian la educación pública. Luego, no es una característica distintiva del socialismo endeudar al país y es una estrategia a la que recurren principalmente los gobiernos corruptos y autoritarios de la derecha.
En conclusión, este artículo le invita a analizar toda la información que llegue a sus manos. No se deje engañar por fundamentalismos religiosos y políticos que buscan hacer ver a Carlos Alvarado y al PAC como socialismo del siglo XXI o comunismo, porque el gobierno actual de Costa Rica es autoritario, oportunista, favorece a ciertas élites económicas y es corrupto en extremo, pero no es socialista ni comunista.
Si pensamos llanamente, como quieren estos grupos retrógrados de la política nacional, potenciamos la llegada al poder de un autoritarismo peor que el que hoy en día estamos viviendo, para el cual, una de sus acciones más inmediatas sería la privatización de todas las instituciones públicas que nos dan cierta calidad de vida, en el nombre de la libertad.