INTRODUCCIÓN.- La firma del Tratado Torrijos-Carter, generó una suerte de optimismo en la región. Parecía que EE.UU. aceptaba una "nueva política" con América Latina. El Canal de Panamá, cuya construcción había requerido la "secesión del territorio colombiano", para crear la República de Panamá, hacía realidad la "comunicación y el transporte" entre los dos océanos. Los "gringos" con sus "trampitas", establecían que la concesión en la administración y seguridad del "canal era a perpetuidad". Las constantes "luchas soberanas" del pueblo panameño, logró que en el gobierno del General Omar Torrijos, y el de los EE.UU., presidido por Jimmy Carter, se terminara con el "oprobioso acuerdo" y se lograra la devolución del "canal" a sus legítimos dueños: "el luchador y valiente pueblo panameño".
EL DESTINO MANIFIESTO.- Esta devolución no "gustó a las transnacionales", dueñas del poder en la "potencia del norte". Estos "piratas modernos" que mandan en los EE.UU., rápidamente comenzaron a maniobrar la "recuperación del canal", así como a "minimizar" el prestigio que "la izquierda" tenía en Panamá. La muerte del General Torrijos, nunca "suficientemente aclarada", sacó del juego político a un "líder continental", pero quedó un pueblo, que siempre había tenido una "postura nacionalista" que se expresaba en un "combativo antimperialismo". El "sucesor" de Torrijos, fue el oscuro general Noriega, que había sido "tocado" por la CIA. Noriega supuestamente vinculado al narcotráfico, en un momento dado, tuvo "arrestos nacionalistas", lo que hizo que los "gringos" no le perdonaran esas "osadas actitudes". Aparentemente los "yanquis" decidieron desembarazarse de tan incómodo personaje, pero "ocultaban sus reales intenciones", que no eran otras que "eliminar a la izquierda panameña", acabar con el "despertar nacionalista" en muchos uniformados, y volver a mostrar "a su patio trasero", que "Panamá seguía siendo un país tutelado" por los EE.UU.
NAVIDAD SANGRIENTA.- Cuando se acercaban las Navidades, allá por diciembre de 1989, los y las panameñas de acuerdo con su poder adquisitivo, compraban una u otra cosa. Mientras tanto, en los EE.UU., encendían sus motores 500 super helicópteros, aviones "invisibles", tanques y se movían tropas de élite, cuyo destino era Panamá, para ir a generar un genocidio a un "país que no conocían". Más de 40 mil efectivos iban supuestamente en búsqueda del general Noriega y a "liberar al pueblo panameño". Esa noche del 19 de diciembre la mayor parte de los hombres y mujeres en Ciudad de Panamá dormían, descansaban de la jornada diaria, cuando sonó "el trepidar de la metralla, el explotar de las bombas, el crepitar de las llamas". Para "detener a un hombre" como Noriega, estas tropas de élite no tomaban prisioneros. Matar era la orden y la cumplían con gran efectividad. En Río Hato y el Barrio Chorrillos había llamas por todos lados, el "ruido de las bombas competía con el llanto de las madres" que mostraban el cadáver de algún familiar asesinado. Civiles y uniformados, no importaba. Si eran simpatizantes o no de Noriega o de Torrijos, todos eran masacrados por las tropas del imperio.
EPÍLOGO.- Los EE.UU. se sacaron una "espinita", con este "triunfo" con sabor a "asesinato colectivo". Fueron vencidos en Corea, donde hubo que aceptar un armisticio y venían de ser humillantemente derrotados en Vietnam. Hubo que declararle una guerra a un país pequeño y desarmado como Panamá, donde su pueblo temporalmente "perdió una batalla", pero donde el "triunfo final" será de su noble gente. Los "títeres" impuestos por los EE.UU. como presidentes de esa "nación bolivariana", la historia tiende a olvidarlos, no así, a los heroicos mártires, a los estudiantes, los trabajadores, los uniformados, que dignifican día a día a su pueblo y su bandera. Ante esa fecha, todos los latinoamericanos de bien, gritamos con los "puños" apretados : "PROHIBIDO OLVIDAR".