Una de las últimas cartas que le quedan a Estados Unidos para contrarrestar la supremacía económica de China, es entrar en una guerra directa con el país asiático. Un conflicto bélico de tal envergadura podría desatar la fase nuclear de la tercera guerra mundial y un colapso sin precedentes en la historia moderna. Sin embargo, parece que hacia ahí se dirige Estados Unidos.
En una entrega anterior informamos como Estados Unidos, valiéndose de una teoría de la conspiración, ha acusado a China de haber creado el virus del COVID-19 en un laboratorio, esto para imponer una verdad política por encima de los criterios científicos al respecto. Esta teoría de la conspiración estadounidense ha calado en sus aliados europeos. Lo peligroso de estas acusaciones es que buscan justificar políticas anti-chinas e incluso una posible guerra en el mar del Sur de China.
Existe una disputa entre China, Vietnam y Malasia por la soberanía de importantes espacios del mar del Sur de China. Recientemente Vietnam a planteado un reclamo internacional sobre estas aguas y China ha defendido sus derechos marítimos, empleando todas las vías diplomáticas. Al respecto de este conflicto, hay dos elementos que deben enfatizarse: a. es una de las principales rutas marítimas mundiales, por la cual pasan alrededor de 3,4 billones de dólares anuales; b. Estados Unidos podría aprovechar la excusa de apoyar las pretensiones de Vietnam u otro país involucrado en la disputa, para iniciar una guerra naval con China.
De hecho, las tensiones entre ambas potencias ha venido creciendo en los últimos dos años.
En marzo de 2018, en un contexto de tensión entre ambos países, China llevó a cabo ejercicios de entrenamiento militar en el mar del Sur de China, dentro del programa anual de la armada. Mediante esta muestra de poder, China le dijo al mundo que está dispuesta a defender su soberanía sobre esta parte del mar.
En febrero de 2019, Estados Unidos realizó un acto de provocación, pues los destructores lanzamisiles Spruance y UXSS Preble, de la 7a Flota de Estados Unidos, Clay Doss, navegaron cerca de las islas Spratly, ubicadas en esta zona de disputa. Una provocación similar se dio en mayo de ese año, cuando China, en medio de la fase tecnológica de la guerra económica con Estados Unidos, se vio forzada a advertirle a los destructores estadounidenses Preble y Chung Hong que se alejaran de las cercanías de los arrecifes de Gaven y Johnson y de las islas Spratly.
En diciembre de 2019, China realizó las maniobras navales de alerta temprana más largas de su historia moderna, para atender enfrentamientos inesperados en el área en disputa, con énfasis en enfrentamiento nocturno.
El martes 21 de abril de 2020, Estados Unidos desplegó al buque de asalto anfibio USS America y al crucero de misiles guiado USS Bunker Hill, los cuales están operando en el mar de la China Meridional. De acuerdo con Nicole Schwegman, portavoz del Comando Indo-Pacífico de Estados Unidos, estas fuerzas militares se encuentran trabajando “para promover la libertad de navegación y sobrevuelo, y los principios internacionales que sustentan la seguridad y la prosperidad para el Indo-Pacífico”.
Por su parte, el Ejército chino exigió a Estados Unidos que deje de interferir en las disputas del mar del Sur de China. Geng Shuang, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, ha advertido de que cualquier intento de negar la soberanía de China sobre el mar del Sur de China, estará condenado al fracaso.
El miércoles aumentó la escalada de tensiones. La fragata australiana HMAS Parramatta y el buque estadounidense USS Barry se han unido al USS AMerica y el USS Bunker Hill, para realizar ejercicios militares conjuntos en el mar del Sur de China para perfeccionar la interoperatividad entre las armadas de Australia y Estados Unidos.
Estados Unidos afirma que con su presencia en la zona busca promover la libertad de navegación y sobrevuelo y apoyar los esfuerzos de sus aliados y socios para determinar sus intereses económicos.