¿QUIÉN ERA DANI INTI?
“El verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente, hace a veces serio y constante hasta al hombre irreflexivo; incluso los pobres de espíritu se vuelven más inteligentes después de un gran dolor”
Fiódor Dostoievski
Describir a Dani Inti – como se autodenominó - es una tarea sumamente compleja, como lo era precisamente su personalidad, su carácter, su genio y su espíritu. Era un alma libre y amorosa, cálida y alegre; mucha luz para un mundo tan nublado de pesimismo e indiferencia.
Dani era divertido, curioso y valiente. Sabía reírse rodeado de muchos y también sabía llorar a solas con sus demonios, como bautizó a sus tan humanos defectos. Era curioso, por lo que se dedicaba a la tarea de explorar y retar lo impuesto, lo inamovible, lo obligatorio. Por ello, muchas de sus luchas eran más un pasatiempo necesario e impostergable que disfrutaba desenfadadamente a su forma. Empero, era más valiente que otra cosa. Nunca negó su inefable deseo de liberar a su espíritu de las cadenas mentales y materiales. Aún solo, nunca negó sus palabras, su convicción y nunca, nunca negó a sus amigos.
Dani sabía ser amigo de todos y entablar amistades perdurables con solo un intercambio de frases, muchas veces sin siquiera presentarse. Claro, en eso de las relaciones humanas tenía un gran defecto: olvidaba pronto. Olvidaba pronto el nombre y la cara de quienes hirieron, ofendieron o subestimaron esa acuciosa mente, que aún a contracorriente, siempre fue lúcida, sincera y persistente.
José Danilo era el nombre de pila de mi hermano. Herencia de nuestros dos abuelos. Orgulloso de sus estandartes identificativos, siempre se sintió complacido de sus raíces, sus apellidos, sus antepasados y en general de su familia. Siempre indagó con la abuela Luisa sobre sus antepasados y su historia, ya que averiguar de dónde venía, podría responder de alguna manera para dónde iba. Tuvo la suerte de compartir mucho tiempo con el abuelo Danilo, quién era agricultor. Muchas veces le acompañaba a la Feria del Agricultor los sábados, regresando con cientos de historias que nos contaba mientras reía y otras, que jamás podremos conocer.
Compartí al lado de mi hermano toda su vida. Lo vi llegar en brazos de mi madre y en mis hombros lo despedí. Lo vi llorar y reír, lo vi correr y detenerse. De cerca y de lejos fue una persona excepcional, un gran ser humano, un filósofo empedernido, un amoroso hijo, un hombre en busca de respuestas; como todos, o al menos, como quiénes se despiertan del letargo impuesto de la comodidad.
Su vida fue una odisea maravillosa de experiencias. Fue un ilustrado, un bohemio, un aventurero, un guerrero, un músico, un cantante, un fiel amigo, un empresario intermitente, un nieto curioso, un primo generoso, un compañero divertido, un liguista comprometido, un futbolista apasionado, un lector incansable, un sobrino leal, un comensal dispuesto, un filántropo, un enamorado, un poeta, un profeta, un compañero de copas, un prófugo de la rutina, un implacable cazador de momentos, un relator de su propia historia, un misterioso escultor de recuerdos, historias y hazañas.
Dani fue eso y todo lo demás. No tendríamos tiempo en esta vida ni en la siguiente para repasar el irregular trayecto luminoso de Dani Inti. Sería absurdo querer contarles quién fue si no lo conocieron, pues no creerían esta leyenda.
Es más sencillo, contarles lo que Dani será.
Dani será una lágrima constante, un silencio demoledor, un grito quieto en el pecho y un vacío cercano a la nada. Sus fotografías y sus canciones, sus videos y sus mensajes son recuerdos invaluables para quienes pudimos compartir un pedacito de quien llevaba prisa, mucha prisa, ya que sabía que “hoy estamos y mañana nos vamos”, como escribió unos días antes de emprender el regreso.
El Profesor José Danilo González Azofeifa es el compendio inabarcable de un trazo potente e infinito, que permeo profundamente a quien tuvo la suerte de coincidir con él en este vuelo de vuelta. Querer describir la densidad de su alcance emocional y humano es una tarea ridícula pero no infértil. Es más sencillo, simplemente decir que Dani fue un ser especial para muchas personas y que aún hoy –a diez meses de su partida- es imposible no sentir un nudo en la garganta por haber perdido a una persona tan valiosa, inteligente y sobre todo, tan autentica.
De parte de la Familia González Azofeifa, queremos agradecer al Profesor Esteban Paniagua Vega de la Universidad Nacional y a los excompañeros de Dani, por patentar en el presente escrito parte del legado y la densa historia de vida de un ser humano increíble, irrepetible e irremplazable, que nos robó sonrisas por 28 años y que al final, cuál profundo romance utópico, nos partió el corazón con su partida, mientras nos sigue enseñando cada día. Un día a la vez.
Desde lo más profundo de nuestros lastimados y agradecidos corazones, les decimos:
¡Muchas gracias!
Atte.
Profesor: Esteban J. González Azofeifa
LAS AVENTURAS DE DOS HEDONISTAS ANDANTES
Danilo y yo nos iniciamos en la Universidad y en una exploración quijotesca del Universo. Compartimos ese primer curso de “Introducción a los problemas filosóficos de la Antigüedad” que nos imponía el sistema, pero creamos otro: un mundo utópico, en conjunto con otras personas soñadoras como Amanda Cubillo, Cristian el Parce y Erick Quesada, en las afueras de la UNA, con un vinito y un diálogo a lo Sócrates, como tanto nos gustaba; a veces también a lo Heráclito y a lo Parménides; incluso jugamos a ser Diógenes; pero siempre llenos de amor por el conocimiento, la crítica social y el orden universitario, esto porque Danilo siempre quiso un mundo mejor, para todos los seres vivos.
Al igual que Sancho y el Quijote, nos hicimos amigos rompiendo toda convención. Nos enfiestamos en todas las fondas del camino, nos ofrecimos ínsulas y lloramos juntos muchas Dulcineas. Vino a mi casa, fui a la suya y juntos salimos a pasear al patio del Universo. Danilo con su pensamiento, su humildad y su música se ganaba el cariño de cualquiera, siempre que deambulábamos como dos hedonistas andantes, por algún rincón de nuestra historia.
Estaba yo durmiendo en una montaña, cerca de la costa pacífica. Ahí me había retirado, después de renunciar a la docencia universitaria para dedicarme a la agricultura orgánica (algo que solo podía ser concebido como sensato y bueno por las mentes grandes y libres como la de Danilo), cuando un mensaje macabro me informó que Cervantes había puesto un fin pasajero a nuestra historia.
Por mi mente pasaron todos los recuerdos, no de las dos partes sino de los muchos tomos de nuestras crónicas. Las veces en que nos salimos con la nuestra; las veces que no nos salieron las cosas; los libros que compartimos; las tardes, noches y madrugadas de bohemia. Me llovieron en la cabeza todas aquellas charlas y pensando en el carisma de Danilo, sembré unas maticas al día siguiente en su memoria, impotente por no poder dejar mi huerta ni salir a quijotear una vez más, ahora solo, pero dejándole un regalo espiritual a mi amigo y hermano en su viaje a la eternidad.
El trabajo con la tierra me ha hecho sanar muchas heridas internas y gracias a ese trabajo pude asumir con cierta templanza y resignación la partida temprana de Danilo, no sin dejar de recordar cuantas veces sacaba un libro de Seneca, para leerme alguna frase y comentarla conmigo. Sus plantas hoy en día siguen dando frutos en nuestros adentros.
Danilo no está ausente. Danilo vive en todas las personas que nos iniciamos de alguna manera viva en la vida de la filosofía, cerca de la UNA, en 2010.
Danilo es un invitado de honor en la Cátedra Virtual Autónoma de Filosofía Política, porque él hubiera sido uno de sus más asiduos participantes y colaboradores y lo sigue siendo, desde allá donde se encuentra cada uno de sus pensamiento, todavía dialogando conmigo.
Un compañero de viajes: Esteban Paniagua Vega
PALABRAS DE AMANDA CUBILLO
Aun te siento desde el fondo de mi corazón. Tu recuerdo me calma cuando llegan mis demonios, me llenas de paz cuando mas lo necesito y te sigo hablando ya que tu recuerdo me da alegria y me hace sentir que aún estas aquí a mi lado, que todo sigue igual, es una necesidad. Recuerdo esa luna llena que iluminaba el cielo, la noche luego de la noticia. Y sentí que era tu despedida, un regalo que nos diste para confortarnos. Era muy grande, amarilla, con el cielo despejado, muy luminosa y con tanta energía que no pude dejar de verla y pensar en vos. Era imposible soportar el dolor y aun sigue siendo así.... Recuerdo tus palabras, ya sabías desde mucho antes que serías parte del universo, que serías una estrella más, pero esa noche fuiste luna, la mas bella y poderosa. Todavía suenan tus canciones en mi mente, tu voz sigue ahí, con tanta nostalgia que tengo miedo perderla. Cómo olvidar la ventana de tu cuarto donde nos sentábamos a hablar aún si me interrumpías constantemente, es una de las tantas cosas que más extraño. Pasaron los años y seguías siendo el mismo, siempre en contacto, pendiente de mí, viéndonos constantemente para vacilar o irnos de tour. Cuando llegabas al barrio de sorpresa con unos chocolates para la monchis que nos caracterizaba luego de matizar. Me sentía tan feliz, tan llena y afortunada de compartir y hacer planes con vos que por eso me costó creer lo que había pasado, porque el día anterior habíamos hablado y nos veríamos en unos días, solo 5 días de espera para vernos... Nunca estuve preparada para esto, nadie lo está, la vida solo es así. Y creo que nunca lo voy a estar porque no lo quiero aceptar, porque aún te siento dentro de mi alma, a veces siento que estas aquí conmigo, no lo puedo explicar. Y No quiero perder tu recuerdo, aun me sigue doliendo lo que pasó, mi pecho se siente oprimido de tanto pensarte, pero me conforta saber que eres luz y solo regresaste al lugar de donde venías. Sé que estás vivo dentro del corazón de muchas personas y dentro del mío, el cual te adora con locura y agradece cada momento a tu lado. Eres alegría, muchas risas, luz y sobretodo AMOR, uno muy puro y sincero. Danilo, solo quiero pedirte que te quedes a mi lado por siempre, dentro de mi corazón, voy a seguir contando los días para vernos, aunque ya no serán 5, sé que la espera lo vale y mucho. Te mando muchos besos y abrazos, te quiero.
DE CRISTIAN JIMÉNEZ ISAZA, EL PARCE
Hermano, esto te lo escribo de todo corazón, dejándome llevar por todo esto que siento:
Dentro de mi filosofía dentro de mi
cosmogonía
y
dentro de esa quimera
que ahora llamamos vida
Sabes bien que dentro de su incertidumbre
Hubiéramos querido descifrar el espíritu místico,
Alegre y elocuente
Que hoy se encuentra
perplejamente infinito
en cada recuerdo
que trae la música
en cada canción
Y tu sonrisa inmortal.
en la eternidad de tu
voz
Así te recuerda
el parcero
Danilo González mi
bro.