“La cuarentena ha sido, entre otras cosas, el lugar de reaparición (también forzada) del papel tradicional del género / sexo femenino.”
Joana Das Flores
Nos llegó el COVID19 a nuestra América Latina, continente en el que el enfoque actual de las políticas públicas no ha logrado abordar de manera significativa la desigualdad de género y su interseccionalidad con otras brechas de desigualdad basadas en la clase, orientación sexual, edad, raza/etnia y territorio.
Si hablamos de la corresponsabilidad social en las labores de cuido y el trabajo no remunerado, no se puede negar que ha existido una serie de campañas, en distintos países, con un intento por visibilizar estas labores realizadas por las mujeres en el interior de los hogares. Nuestro país, específicamente en el año 2010 pone en marcha un sistema nacional de cuido para personas menores de edad (REDCUDI), que pretende ser un apoyo para las mujeres trabajadoras.
Aunque lo anterior es un pequeño avance por reducir esta brecha, si hacemos un breve análisis del panorama pre-pandemia podemos afirmar que las mujeres hemos logrado incorporarnos en el mercado de trabajo, a golpes y empujones, afrontando desigualdad por edad, nivel educativo, raza, condición socioeconómica y brechas salariales, pero los varones no han logrado involucrarse con igual proporción en las tareas del trabajo no remunerado y de cuido. Las relaciones desiguales de género llevan a que se naturalicen las labores domésticas como responsabilidad exclusiva de las mujeres, ocasionando que sean trasladadas de unas a otras, al mismo tiempo que se crea una jerarquización por clase, género y lugar de procedencia sostenida por un sistema capitalista de explotación.
“ Es posible ver mujeres trabajando para otras mujeres, lo que nos permite afirmar que la división sexual de clase, raza y género está en todas partes. Para que yo pueda «abandonar el trabajo doméstico», debe haber otro modelo en este modelo de compra y venta de la fuerza laboral que tome mi lugar. Son las marcas de este sistema que, mientras dan un suspiro de emancipación a algunas, encarcelan y sobreexplotan a muchas otras.” (Das Flores, 2020)
¿ Cuál es el panorama ahora en cuarentena ? ¿cómo están viviendo las mujeres el aislamiento y la pandemia, si deben asumir en algunos casos tele trabajo, labores domésticas, salir a trabajar cuando es necesario, cuido de niños, niñas y adultos mayores, además de labores educativas de quienes tienen a su cargo personas menores de edad que se encuentran estudiando?
La mayoría de los gobiernos acogieron medidas para evitar la propagación del virus tales como el distanciamiento social, aumentar los protocolos de higiene, evitar visitas a personas adultas mayores, clases en plataformas virtuales y apostar al teletrabajo. De acuerdo con el PNUD las mujeres están desempeñando un papel clave para garantizar el bienestar y el cuidado de las personas y grupos afectados, sin embargo, lo anterior se convierte en una sobrecarga de labores para ellas.
Ahora, además de continuar con todo aquello que venían realizando, deben dar acompañamiento a los niños y niñas en las clases virtuales y convertirse en cuidadoras de las personas adultas mayores casi de manera exclusiva, pues las visitas de otros cuidadores pasaron a ser altamente restringidas, a lo anterior se suma que los demás miembros del grupo familiar se encuentran más horas en casa y que se vuelven más extremas las medidas de limpieza por lo que el trabajo se convierte en una labor casi interminable, una triple jornada que ocasionará sin duda un detrimento de la salud física y mental de las mujeres.
“El trabajo doméstico y de cuidados no remunerado ha aumentado como resultado de las consecuencias del brote de COVID-19, por el cuidado de pacientes en casa, los cierres de escuelas, el cuidado de personas adultas mayores y las cuarentenas obligatorias. Las mujeres y las niñas son las cuidadoras principales en el hogar y tienen mayores responsabilidades domésticas y de cuidado familiar. A nivel mundial, hacen dos veces y media más de trabajo doméstico y de cuidados no remunerados que los hombres”. (PNUD 2020,p. 6)
Según el informe Afectaciones por COVID19 que reportan las mujeres que acuden al INAMU entregado en el mes de abril 2020, las mujeres mencionan sentirse más agotadas, pues a pesar de que venían haciendo el trabajo doméstico y de cuido antes de la pandemia, ahora deben mantenerse alerta y con responsabilidad para que los miembros de sus familias no se enfermen, cargan sobre sus hombros la tarea de eliminar un virus invisible, además de estar emocionalmente disponibles para sus familias, quienes se encuentran viviendo situaciones difíciles.
Curiosamente en esta investigación que se hizo en el mes de marzo, justo cuando apenas iniciaba la pandemia, las mujeres no reportaban tener mayores afectaciones en el plano doméstico y de cuido, lo anterior podría deberse a dos factores, en primer lugar, a esas ideas interiorizadas por años, donde la mujer debe ser naturalmente multifacética y multitarea, cumplir con un rol protector, asumir impecablemente y sin renegar la maternidad y hacer todo lo anterior con una sonrisa en el rostro sin derecho a enfermarse. En segundo lugar, pero no menos importante, puede deberse a que se encontraban más enfocadas en pensar cómo iban a llevar sustento a sus hogares que en sus propias emociones y necesidades, por lo que el autocuido y la salud pasaban a un segundo plano.
“De las mujeres que acudieron al INAMU solicitando apoyo, un número muy importante tiene personas dependientes a su cargo. En el caso de las mujeres emprendedoras y empresarias, el 81,5% tiene al menos una persona dependiente bajo su cuidado (para un promedio de 3,5 personas a cargo). De las mujeres que fueron atendidas directamente en las oficinas regionales del INAMU, el 91,1% tiene al menos una persona dependiente a su cargo, y la mayoría de ellas cuida entre 2 y 4 personas. La disminución de ingresos propios y del ingreso familiar, la preocupación por posibles desalojos de vivienda, el no depósito de la pensión alimentaria por parte de los padres de sus hijos e hijas, entre otros factores, son determinantes para que muchas mujeres, principalmente las jefas de hogar, hoy experimenten altos niveles de estrés y preocupación por el futuro de sus familias.” (INAMU, 2020, p20)
El segundo informe del INAMU sobre afectaciones por el COVID19 en la vida de las mujeres está en proceso de ser entregado en el mes de julio, probablemente el panorama se torne menos favorable, respecto al eje de trabajo doméstico no remunerado, cuido y corresponsabilidad, no podríamos tener resultados distintos si venimos haciendo las mismas cosas.
Nos toca entonces pujar para que el estado desarrolle medidas concretas, de manera que los hombres asuman su cuota de responsabilidad y que la misma se vea reflejada en un mayor involucramiento con las labores domésticas y de cuido y, bajo “la nueva normalidad”, también en las labores de enseñanza virtual de los niños y niñas. Esta será una manera de evitar que la autonomía económica, de las mujeres se vea aún más comprometida, así como la autonomía física y de toma de decisiones.
Es urgente además, que el estado haga un análisis del impacto que el teletrabajo está teniendo en la vida de las mujeres. ¿Quién atiende a las personas dependientes mientras ellas trabajan? ¿Lo están haciendo ellas mismas de manera simultánea? ¿Qué significa para las mujeres trabajar desde sus casas? ¿Cómo se distribuyen las labores? ¿los hombres que tele trabajan lo viven de la misma manera?
No podemos olvidar que independientemente de si son asalariadas, trabajadoras independientes o trabajan en la informalidad, el teletrabajo requiere herramientas tecnológicas, que históricamente han estado más restringidas para las mujeres. El poder teletrabajar en un hogar dependerá de los horarios, la cantidad de dispositivos a los que se tiene acceso, las condiciones en las que se vive y si hay o no personas menores de edad que también necesiten llevar clases virtuales. Bajo estas circunstancias las necesidades de las mujeres, terminan desplazadas a un segundo plano, pues hemos sido socializadas para servir y no para ponernos en primer lugar cuando otros miembros de la familia requieren algo.
Si no se toman medidas pronto, la triple jornada nos pasará una factura muy cara, tanto en el plano económico del que todo mundo habla, como en las graves repercusiones para la salud física y mental de las mujeres.
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Modo de citado:
Mora Rosales, L. (05 de julio, 2020). Mujeres en Cuarentena: La triple jornada tan invisible como el virus mismo. Sección Feminismos. Recuperado de: https://masalladelacortina.com/contenido/935/mujeres-en-cuarentena-la-triple-jornada-tan-invisible-como-el-virus-mismo